domingo, 1 de abril de 2012

Hoy me han amenazado

Era la primera vez que sentí miedo. Escribía en una revista de la universidad (con mis pequeñas, mis dos pequeñas) cuyos lectores eran, principalmente, los presos. Escribí un reportaje sobre las víctimas del terrorismo, esas que para ir a cualquier sitio, fuera el día que fuera, la hora que fuese, tenían que llevar varios escoltas. Sus familias también los llevaban. No guardo el ejemplar; de aquello hace ya más de una década, pero recuerdo que contaba la historia de un político vasco (en la actualidad ya no en activo) que nos contó durante una cena con estudiantes como llevaba a sus hijos a la piscina los sábados por la mañana en compañía de varios escoltas. Reclamaba libertad. Se sentía perseguido, aunque fuese por los que le protegían. Se sentía observado. Contradictorio, pero real.


De aquello me llegaron a decir que “no escribas sobre terrorismo. Eres joven para que te pase algo”. Desde entonces, nunca más había sentido miedo hasta hace solo unos días durante una guardia en los juzgados de Ibi. Los compañeros de un canal autonómico me contaron que les habían amenazado. Pensé (no lo dije, claro) que eran un “poco exagerados”, pero el cámara y su redactora que allí estaban los conocía desde hacía años y sus caras de “asustados” no eran normal, no se acojonaban por cualquier cosa. Fue entonces cuando me acojoné.


Suelo leer crónicas de diarios latinos, esos en los que desgraciadamente y muy a menudo aparecen noticias sobre periodistas asesinados, sobre todo por cÁrteles de droga. A las bandas de narcotraficantes no le gustan aparecer en los 'papeles', sino manejar ellos los papeles con su ley, la ley de la violencia.


Ese día, en la parte trasera de los Juzgados, me sentí amenazada, mejor dicho me amenazaron directamente. Toda una serie de insultos ya no solo hacia mi persona, sino que pobrecicos mis familiares (que cada cual andaría en sus cosas ) también fueron insultados repetidamente. Fue entonces cuando un pedrusco pasó a escasos metros de mi mejilla derecha e impactó contra el vehículo de un fotógrafo.


Estábamos dos redactoras, un cámara y un fotógrafo. Ninguno de los 4 nos dirigimos, en ningún momento, hacía nuestros agresores (en este caso NO vale presuntos), aguantamos, nos resignamos porque al fin y al cabo somos profesionales. Incluso (quizá por mi formación en aspectos psicológicos-criminológicos) llegué a disculparlos. Error, terrible error.


He estado en el Callejón de la Muerte, he escrito sobre bandas latinas violentas, sobre el negocio de las peleas de gallo; he metido la cámara en las mafias de rumanos y como utilizan a niños y mujeres para la mendicidad; he 'patrullado' (con mi vehículo propio) por Juan XXIII para 'destapar' una banda que vendía ansiolíticos con recetas falsas, he escrito sobre narcotráfico... Me he movido entre delincuentes y nunca antes me habían amenazado de esta manera. Nunca antes había visto tanto odio, tanta furia en sus palabras.


El que lanzara el pedrusco, nos hizo varias fotos. La guardia civil nos dijo que estaba excesivamente “alterado” (durante el traslado ante el juez, en el interior de los juzgados, ya tuvieron algún 'rifi-rafe con los propios agentes) y que decía que nos tomó las fotografías porque tenía el mismo ¿derecho? al igual que nosotros grabábamos a su familiar. Hay una pequeña gran diferencia que se resume en un derecho constitucional, el DERECHO A LA INFORMACIÓN. Yo, mis compañeros de la prensa, informamos de los hechos, no juzgamos, no interpretamos, no insultamos, no amenazamos. Solo trabajamos. Otra de las diferencias de esas imágenes es que las que utiliza la prensa no tienen la intención de 'fichar' a nadie. La que me hicieron a mi (y a otro compañero fotógrafo) no sé cual es la intención. No sé que se ha hecho con ella.


La Guardia Civil nos tomó los datos. Sí, tomó los datos de los periodistas por si “pasaba algo en el futuro”. Entonces fue cuando ya me acojoné del todo.


Hace unos meses, un policía me dio un spray de defensa y me dijo “más vale prevenir que lamentar”. Llegué a reírme de aquella sugerencia, quizá hoy me sienta segura por tenerlo. Quizá hoy reclame también mi libertad, porque me siento observada como se sentía aquel político.


PD: ese miedo que sentí, que siento, no se corresponde a mi persona, sino que es un miedo hacía los míos, mi familia,... ellos no forman parte de 'esto', ellos no pertenecen a' esto' y no quiero que entren en este 'juego'; un 'juego' que es mi vida, mi trabajo. La información debería estar PROTEGIDA, los que informamos deberíamos estar PROTEGIDOS

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